expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

evelyn

sábado, 2 de julio de 2011

Mirame, date vuelta y
mírame, date vuelta y
volvé por favor. Y acá
estamos otra vez,
logrando que alguien te
mire.Cuando queres que 
alguien te mire no 
importa ninguna otra 
miradavos queres esa 
mirada y ninguna más.
Pedimos a gritos 
desesperadamente que 
abran sus ojos y nos 
miren, que nos vean, 
que vean nuestro dolor y 
nos comprendan.
 Hacemos enormes 

esfuerzos para no 
necesitar de nadie, para no necesitar de una mirada para existir. Pero somos esclavos de esa mirada, la necesitamos, como al aire. Hacemos cualquier cosa por atraer esa mirada, intentamos ponernos en el campo visual del otro, quisiéramos tener un reflector que nos ilumine, quisiéramos brillar para ser mirados.
Lo curioso es que los ojos que más nos obsesionan son los que no nos pueden mirar. Pero la mejor mirada no es la que se nos niega, sino esa mirada que no vemos, la que ignoramos distraídamente.
Esa mirada inesperada, fuera de todo calculo, esa mirada que nos ve cuando no nos sentimos mirados y por lo tanto nos mostramos mejor. Una mirada capaz de atravesar la máscara y ver lo que hay detrás.

Es imposible que nos mire, a una mirada 
vacía, 
vaciada.Pero lo queramos o no somos esclavos de esa mirada porque todos somos luces apagadas que solo se encienden cuando alguien nos mira ~

No hay comentarios:

Publicar un comentario